Poemas perdidos en la alacena (III de VI)
Por Alejandro Chao Barona
Desconocieron que Ella, aunque dura, fría y seca, había sido ferviente aliada;
olvidaron que había consolado con su beso helado a la vieja desdentada y
al niño que lloró dos días, inconsolable, en el regazo sangrante de la madre…
no obstante, la vivieron extraña, asustados por el velo bruno que la cubre…
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Muchas veces asusta más el dolor que Ella y su misterio. Es entonces cuando tantos añoran su consuelo.
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Ella casi siempre es piadosa aliada: no deberíamos temerla tanto.
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