Noctívago

Inaprehensible

Por Juan Pablo Picazo

Se oculta.
Se esconde a la vista
para no ser encarcelada,
y ellos nos mandan siempre buscarla.

Ellos quieren aplastarla
pero se escurre rauda y espinosa
en una entelequia,
en las alcantarillas,
en los puestos de verduras
y las batas y las botas y los botes.

Y no pueden tenerla.

Pasa por mis manos y mis pensamientos
pero no la tengo,
no me pertenece,
existe porque no es de nadie
y en cuanto es,
deja de ser para evolucionar.

La dejo estar en los mis versos,
le permito habitar en esas calles
que hay entre los párrafos
de mis alucinaciones,
y a cambio me consume y me renueva,
como si una pluma más
valiese la pena.

La doy en cada voz y vuelve a mí
en la sonrisa de mis hijos,
la entrego a cada alumno
en cada clase y regresa a mí
en el beso cotidiano
de la mujer que me ha elegido
por consorte.

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