Cuando nadas
Por Luis Ernesto González
Te arrojaste al estanque,
tú, el esmeril del viento.
La luz, el agua, se vieron a sí mismas
en reflejo artesano pulido en cresta y valle.
Se avitraló el instante.
Confesión de vidriera, los secretos del Sol,
parhelio en piel desnuda.
Tú no lo sabes. Sigues
nadando entre los peces
y casi envidiándoles las branquias.
Ellos te ven, te siguen,
te rodean.
Sirena de la Luz, dibujan en la arena.
Cuántas leyendas cumples
cuando en el agua escribes
las olas de tu cuerpo.
Muy bonito! Me hizo pensar en el origen de la vida, a final de cuentas empezamos nadando.
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Musical y evocador. ¡Mhmmmmm!
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Me encanta, sobre todo los tres últimos renglones.
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