Incierta certeza

Música para dos nuevos pájaros

Por Luis Ernesto González

Música para dos nuevos pájaros

Foto: Karla Winkler

Ella gobernaba mis manos.
Eran su vuelo —su pequeño vuelo—.
Su mirada, el timón.

Y en el piano de Tiersen y Satie:
ella y yo, lentos pájaros.
Su pelaje tan blanco se llenó de colores
de la aurora boreal.
Me señaló la altura que yo no sabía ver,
olfateamos fantasmas en la sala,
libro a libro repasamos los títulos
que se nos entregaban,
derribamos adornos del librero
y las frases sobrantes, para no lastrarnos.

Entramos al concierto de los dos violines;
la danza de uno y dos que ya son uno
en el largo de Bach para las aves
desde cuya mirada no hay mínima cosa.

De súbito mi cuerpo
lo sabía: ascendieron mis pies
al secreto del aire.
Ella no se dio cuenta —tanto confiaba en mí—.
Sin ventanas, sin techo, sólo azul nos guardaba
con sus olas celestes espumosas.
Y renuncié a mi miedo
y ella fue para siempre mi mirada.

Ahora ya todo es blanco, como es ella,
y yo estoy abrigado en su pelaje.
Seguimos la campana de Polaris
que llama a celebrar esta brizna de luz
que casi encuentra dónde
suavemente posarse.

3 Comments

  1. ¡Formidable! La ternura en persona hecha poema.
    «…y ella fue para siempre mi mirada» nos lleva al tiempo intemporal de la belleza.
    Has creado otro poema fascinante.

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  2. Tierno, amoroso. Me encanta la frase:»…la danza de uno y dos que ya son uno…» ¡Que hermosa la foto y que bello Ser al que se le dedicó este poema!

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