La importancia de soñar
Andrés Uribe Carvajal
Di a mi idea de lo desconocido, la idea de lo que tenía por conocido, pues no poseía nada más que estar al margen de aquello a lo que pertenezco.
Si hacía falta un poco de trabajo, intentaba recompensar los ánimos justificando la temporada, la falta de recursos, el recorte, el destino, o en últimas consecuencias a «Dios» cuando ya no había nadie más a quien culpar.
No es el momento -decía. En realidad no tenía idea de a qué momento me refería, pero la frase sentaba bien, como muchas otras frases que nos inventamos para manufacturar realidades fuera de nuestro alcance; «que todo salga bien» «no va a pasar nada» «todo va a mejorar» «no todo está perdido».
Soñamos con que las palabras tengan más peso que la realidad misma, nos construimos un mundo onírico a fuerza de nombrar a lo desconocido, con lo que se acerca un poquito a nuestras realidades y esperanzas.
Si vemos a un ser muerto, solemos decir; «ya está descansando». Es justo ese ejemplo al que me refiero, en realidad no sabemos si el ser está o no descansando, pero verlo de esa manera es lo más cercano a la fotografía que tenemos de alguien cuando duerme, y por ende el sueño se relaciona con el descanso. Si decimos que «paso a nueva vida» es solamente porque rechazamos la muerte, y porque deseamos que ese ser viva después tanto como nosotros quisiéramos cuando sea nuestra hora.
Aferrarnos a las palabras es lo único que nos da consuelo, aferrarnos a los sueños es lo único real que tenemos. Vaya paradoja ¿no es así? Creamos realidades a través de soñar. He ahí la importancia de soñar, la importancia de nombrar lo que no existe para luego decir que sí existe. Al final, nunca nos acercamos al resultado total de las palabras, pues de nuevo se escapan de nuestro alcance, sólo nos queda intentar concretar lo que podemos en ellas y nada más.
Amor, lealtad, muerte, esperanza, soñar, soñar, soñar… 
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