Digamos hasta pronto
Por Lola Manzo
Me hubiera gustado llegar por casualidad. Que fuera el azar quien guiara mis ojos y manos hasta esta casa. Y no es que las invitaciones me desagraden, es sólo que así no amaría tanto sus muros, sus rincones, los silencios y algarabías. Me quedé más de lo que esperaba y con tales habitantes, compañeros y amigos, no pudo haber sido distinto.
“La amazona de las letras” era el apodo que alguna vez usaron para referirse a mis textos; por entonces Juan Pablo y Saulo me invitaron a colaborar, pero el dilema era qué nombre llevaría mi participación. La respuesta era obvia y entonces todo quedó en las Divagaciones de la amazona.
Un 19 de noviembre de 2008 lancé el primer intento. Ya Luis Ernesto era habitante de esta Hormega y el trío me recibió amablemente. Hoy suman más de dos años de experiencias, de compartir lo que nos nace y se hace y, como dije al principio, ojalá fuera menos difícil despedirse.
Gracias por posar sus minutos en estas letras, por ser parte de lo que soy, por comentar y hasta usar algunos de mis textos, por sonreír o torcer la boca, por callar y dejar pasar, por no entender o entender demasiado. Gracias por ser y estar.
No hay mayor razón en esta ida sin vuelta, no hay telones de fondo ni truculentas historias, no hay enojos ni peleas. Sólo es el final de un camino y el comienzo de otros; por ello hay fiesta. Todo lo que soy y tengo está aquí. Es tiempo de hacerlo de otro modo, desde el principio, en otra parte, con nuevos bríos y, también, nuevas adversidades, pero con la misma pasión y entrega.
Entonces, que vuelen las ideas, que envuelvan los sonidos mis letras, hasta pronto.