A través del espejo

Impotencia

Por Karla Winkler E.

Al escuchar el diagnóstico mi corazón se heló. Cubierta con tu abrigo blanco, hundida una jeringa en tu pecho, valiente criaturita, clavaste en mí tus ojos, como si quisieras abrazarme con tu esplendor, preguntándome: ¿qué pasa?

El maldito fiat nos amputa la vida a los miembros de esta tan pequeña familia. Eso pasa. Impotencia, ramas secas abrasadas por el fuego.

Llena de llanto mi garganta, esforzándome por emitir una palabra, con las manos temblorosas, te abracé.

¿Qué te duele, mi chiquita? Tengo miedo por ti, tan pequeña… Tengo miedo por mí. Tú eres mi refugio; tus ojos son el infinito. No quiero que sufras. No quiero perderte. Espera un tiempo. Espera mucho. ¿Qué sientes, ojos de gotita?

¿No escucharé más tus patitas en la madrugada? ¿Quién me consolará cuando esté hecha pedazos? ¿Quién besará mis lágrimas tumbada sobre la alfombra? ¿Quién robará mis dulces? ¿Quién brincará en mis sábanas? Tú eres de los dioses que sí existen y que no vuelven. Mi cachito de paraíso… La inocencia. La verdad.

Luna Cocó

Imagen tomada de internet

El dolor me arranca un trozo de vida, como un huracán arranca a los árboles del bosque. ¡Si fuera un sueño, si pudiera detener el tiempo!

Pero mis ojos ya no ven, las mañanas son oscuras…

Compañerita mía, brillante y hermosa como la Luna de otoño, acercándote al término de tu vida como las estrellas al rayar el alba.

3 Comments

  1. ¡Qué testimonio tan auténtico, queridísima Karla! Nos haces compartir tu sufrimiento, tu pérdida inminente. «Lo sentí, no fue una separación sino un desgarramiento».

    Me gusta

  2. Que emotivo texto, me hizo llorar, así es el amor. Si el amado sufre el que ama se inserta en ese sufrimiento que muchas ves es el preámbulo de la separación, pero el dejar ir también es parte del amor.

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.